Los signos del Zodiaco
El misterio de amor de Aries
El alma, simbólicamente recién nacida en Aries (aunque no necesariamente en su primera estancia terrenal), se relaciona con la aurora, el amanecer, la primavera y la Pascua…
En esta primera incursión en el elemento Fuego –esta experiencia como primera de los tres signos cardinales- el alma simbólicamente “recién nacida” proyecta la vibración positiva, masculina, de las fuerzas diurnas a través de la vitalidad explosiva del regente planetario de Aries: Marte. Como un recién nacido humano totalmente absorto en sí mismo, el alma de Aries descubre con deleite sus propios dedos de los pies y de las manos, su propia esencia física. Para satisfacer todas las necesidades le basta un grito potente, que los mayores oyen y contestan inmediatamente. El auténtico recién nacido no desconfía, ni teme a nada ni a nadie, sencillamente porque nunca ha experimentado lo que es una negativa. Asimismo, el alma “recién nacida” de Aries deposita una confianza natural y una fe conmovedora en la fuerza invisible del bien que le concederá milagrosamente la satisfacción de todos sus deseos.
En el plano terrenal esta fuerza benéfica está representada por los padres; en el sentido místico, por nuestro Co-Creadores. Y así éstos velan tiernamente sobre el alma “recién nacida” de Aries, así como los padres velan tiernamente sobre su criatura, protegiéndola cariñosamente de su propia ingenuidad, rechazando prudentemente algunas de las exigencias que formulada mediante la excitada conciencia de que el alma es: él ha nacido y está aquí. El alma de Aries intuye: “YO SOY” o “YO EXISTO”. Y como el recién nacido simbólico, los hombres y mujeres de Aries permanecen ajenos a las posibilidades de tropezar con accidentes, dolor o crueldad en el camino de la vida. Él o ella aprende estas experiencias negativas sólo de quienes han avanzado más, de quienes han acumulado rigor, recelo e instinto de supervivencia durante el proceso de crecimiento.
Un adagio religioso postula que todos los recién nacidos, puesto que mueren en estado de pureza, se transforman inmediatamente en ángeles. ¡Por supuesto! Aún no han tropezado con el demonio de la tentación. Pero si el “recién nacido” Aries sobrevive, él o ella debe sufrir una y otra vez, como la auténtica criatura, el cruel desencanto de la confianza depositada en quien no correspondía. Víctima de la maldad, de la falta de compasión o del abandono, el recién nacido se siente sacudido, asustado, solo… y entonces grita con más fuerza aún para atraer la atención. De la misma manera (y por las mismas razones) el alma del hombre o mujer Aries, traumatizada y desilusionada, necesita y “busca aceptación, y sin embargo corteja el rechazo”… con una reacción emocional violenta ante el abandono.
Las cualidades positivas de Aries son una inocencia y un asombro conmovedores, una fe ciega y un coraje descarnado. Expresadas en forma negativa, pueden transformarse en egocentrismo egoísta, desconsideración, agresividad y acción impulsiva que se desentiende de las consecuencias.
Para el alma de Aries, el amor es una necesidad vital, que da por supuesta, porque para su conciencia en pañales el amor es sinónimo de la existencia misma. Por tanto, espera instintivamente y acepta gozosamente la devoción, pero no sabe muy bien cómo retribuirla. Aries exige amor, porque sin amor muere, como el recién nacido. Cuando el abandono emocional puede implicar (simbólicamente) la muerte, incluso la insinuación
del mismo puede producir un pánico desmedido y un terror inexplicable, que sólo se sosiegan con reiterados esfuerzos por apaciguarlo. Aries necesita que le recuerden siempre que “si llega el invierno”… el milagro de la primavera no puede estar lejos.
El misterio de amor de Tauro
La conciencia espiritual en vías de desarrollo del hombre o la mujer entra a continuación en el elemento Tierra. A nivel de Tauro, el alma del recién nacido simbólico se ha convertido, alegóricamente, en un bebé sano, rollizo, y ahora se relaciona con las fuerzas nocturnas reflexivas femeninas y ha aprendido a dormirse a la hora apropiada, y a despertarse luego en un clima de comodidad prevista.
Ya no grita sin razón, intimidado por el miedo o la soledad… ni vocifera para que satisfagan todas sus necesidades, como en la etapa ariana. Ha descubierto que los padres complacerán todos sus deseos. En la etapa de Tauro, el alma, como el bebé humano, se conforma con permanecer tranquila y pacientemente sentada en sillita, aguardando el pan cotidiano con silenciosa, confiada y segura expectación.
El Toro también ha aprendido a valerse del buen comportamiento para cosechar más placeres, más favores de los “padres” y otros adultos. Las sonrisas y la obediencia son recompensadas, y Tauro no olvida que ha aprendido, aunque el aprendizaje haya sido doloroso y lento. Todavía esencialmente ajeno a todo lo que está fuera del entorno inmediato, el hombre o la mujer Tauro (como el bebé Tauro simbólico) encuentra la felicidad en el círculo de la familia y en lo tangible… en lo que conoce como familiar más que en el mundo exterior extraño y bullicioso.
A través de la experiencia de Tauro, el alma bebé descubre el deleite de emplear los sentidos del gusto, el olfato, la vista, la audición y el tacto. Huele y mastica simbólicamente, y escucha todos los juguetes, así como los toca en esta primera experiencia del alma como signo fijo de organizador. Como los bienes personales producen felicidad, este hombre o mujer se aferra a ellos, los acaricia y se complace en llamarlos propios. Tauro dice: “YO TENGO”. Ésta es la etapa del osito o la manta reconfortante (que volverá a aflorar, fugazmente, con la vibración de Cáncer). En la etapa de desarrollo de Tauro, el “alma bebé” depende inmensamente del contacto físico con los seres queridos, que la alzan, la miman, la besan y la abrazan. Y el Tauro gobernado por Venus (guiado por Pan-Horus) responde con gorgoteos y risitas de éxtasis, y entiende el afecto sólo mediante la sensación de que lo tiene cerca. El bebé concreto es ferozmente posesivo cuando se trata de sus juguetes y de la atención de sus padres, se derrumba cuando cree haber perdido a los unos o los otros, se resiste tenazmente a compartirlos, y así es como el hombre o la mujer Tauro se comporta respecto de su cuenta bancaria y su consorte.
Las cualidades positivas de Tauro son la tenacidad, la paciencia, la perseverancia y la convicción. Expresadas en su forma negativa se transforman en la obstinación, el prejuicio ciego y la sinrazón.
Para el bebé jocundo, dogmático, que simboliza el alma de Tauro, el amor es el afecto físico, que se da y se recibe sin cuestionamiento. Como el bebé asocia el amor con todo el placer y la dicha, se regodea en él con una satisfacción desprovista de complicaciones, animal. Por tanto, Tauro acepta y retribuye el amor con los sentidos… pero aún no ha aprendido a analizar su auténtico mérito y valor.
El misterio de amor de Géminis
En la experiencia del alma de Géminis, el “bebé” simbólico de Tauro entra en el mundo del niño que hace sus primeros pinitos, y vuelve a experimentar, como en el nivel de infancia de Aries, las fuerzas diurnas positivas, masculinas. Por primera vez, el alma llega a la etapa del comunicador mutable, toma conciencia de su propia mentalidad, se da cuenta de que no está sola en el Universo. El alma niño de Géminis aprende a comunicar sus necesidades mediante el lenguaje, aprende a formar palabras y a hilvanarlas, en tanto los padres y las demás personas escuchan atentamente, disfrutando de cada nuevo sonido. Hablar le resulta divertido porque toda la atención se centra en él (o ella). Tiene una nueva aptitud para gatear o hacer pinitos hasta el bote de las galletas, sin gritar como Aries ni esperar como Tauro, y esta independencia que acaba de descubrir es embriagante. A los Géminis les emociona el conocimiento que ahora tienen a su alcance, y por eso le gritan “¡YO PIENSO!” a todo el mundo, muy excitados.
El nivel de conciencia del niño simbólico le enseña al alma de Géminis que el carácter tiene dos caras, una dualidad o bipolaridad que es necesario armonizar para poder entablar una relación afortunada con los demás. Experimenta el primer ramalazo de desdicha cuando choca violentamente con la disciplina, mientras intenta fusionar las personalidades gemelas dormida y despierta. Puesto que Géminis anhela súbitamente ciertos placeres que residen fuera del hogar y la familia, el alma del niño es castigada a menudo porque intenta enfrentar simbólicamente ciertos peligros cuya existencia aún no sospecha. Asimismo, los hombres y mujeres Géminis sienten que el mundo los invita a emprender su exploración, ¡y quién sabe qué encontrarán en él! Dotado de la flamante capacidad mental de razón y deducir –de relacionarse- el Géminis empieza a desear cosas que están más allá de las que ya ha visto, y a soñar con ellas.
La mitad del alma de Géminis sigue siendo un bebé inseguro, que necesita el entorno familiar. La otra mitad es un niño anhelante, cuya curiosidad se encauza hacia las múltiples maravillas ignotas que están fuera del alcance tangible. El alma de Géminis ya ha experimentado el Fuego y la Tierra y aprende a lidiar por primera vez con el elemento Aire. Y así es como esta personalidad gemela experimenta las cosas, con ojos resplandecientes y el corazón desbordante de esperanza. Cada nueva jornada activa la mente de Géminis con su magia oculta, ahora más cautivante que los juguetes desechados y el cálido círculo del afecto parental. Lo que el hombre o la mujer Géminis ve por la ventana es un edén prohibido donde todos los anhelos yacen envueltos en el misterio, mientras el planeta regente Mercurio (el mago) muestra el camino seductor que se extiende más allá.
Las cualidades positivas de Géminis son la versatilidad, la perspicacia mental, la rapidez de percepción, el razonamiento deductivo y la flexibilidad. Expresadas en su forma negativa se convierten en la impaciencia, la charlatanería, la superficialidad, la ambigüedad, la falta de fiabilidad y el autoengaño.
Para el “niño” Géminis, el amor ha perdido parte de su primitiva naturaleza prodigiosa. En esta etapa sigue siendo necesario, más de lo que se piensa, pero ahora hay que buscar algo más emocionante que el amor. ¿Es el amor el que os retiene, el que os tironea y os impide salir disparados en dirección a la vida? Entonces el amor es placentero, pero también restrictivo. Los hombres y mujeres Géminis no han cesado de necesitarlo o desearlo, pero cuando el amor se convierte en una barrera para su libertad lo desechan apresuradamente, olvidan su tibieza y la seguridad que brinda… y no piensan que podrían extraviarse y no encontrar el camino de regreso al hogar.
El misterio de amor de Cáncer
El niño es ahora un púber, y el alma ha evolucionado hasta la etapa de Cáncer: flota entre la infancia y la madurez, anhela ser adulto y sin embargo vacila en pasar al otro lado. Cáncer vuelve a avivar la conciencia de las fuerzas nocturnas negativas, femeninas y reflexivas. Pero esta segunda experiencia de la noche está fusionada con una sensación nueva, más rica e incluso más sensual (que era sólo una inspiración poética, y todavía no una realidad auténtica, en el nivel anterior de Tauro), porque se ha producido un cambio de estación. El despertar de la primavera se ha ahondado en un sueño de una noche de verano con toda su belleza madura y fragante para estos hombres y mujeres, estos Oberón y Titania, de Cáncer.
Ahora la melancólica y sensible alma “púber” vacila entre la dependencia infantil y el mundo enloquecedoramente seductor y tentador de los adultos (¿qué significa ser hombre o mujer?). Esto se expresa deliciosamente en los experimentos entre los mundos humano y feérico del famoso clásico del Tauro Shakespeare. Puck, el simbólico púber Cáncer, observa a los adultos (humanos) en el entorno, y es prodigiosamente sensible a todo lo que ve y oye. Pero este mundo adulto, material, que él espía con tanta vehemencia, exhibe vislumbres de frecuentes desilusiones.
Y por ello los sueños de Cáncer están llenos de sobresaltos, hacen que el Cangrejo calme en la noche, y que a veces saque del armario el viejo y simbólico osito de Tauro y lo abrace fuertemente cuando nadie lo ve. Tal como les sucede a los hombres y mujeres de Cáncer, los estados de ánimo cambiantes de los púberes cabales los intrigan a éstos tanto como a sus familias. Pero estos terrores son muy concretos para los Cáncer, quienes temen que la madurez implique la pérdida de la seguridad de la que disfrutan junto a sus padres y sobre todo junto a la madre. ¿Los futuros extraños se preocuparán tanto por los Cáncer y los amarán tan incondicionalmente como la madre? Cáncer sospecha que no.
Incapaces de explicar sus aprensiones, los Cangrejos se tornan reservados, sueñan a solas… o se esconden y se enfurruñan, imaginando que nadie los entiende. En el nivel de Cáncer, la posible pérdida de la protección parental obsesiona al inconsciente. Cáncer ya ha aprendido lo que es la pérdida. Quizá los amigos de la infancia se han mudado, la familia ha cambiado de residencia, el viejo barrio con el que estaba compenetrado ha desaparecido. El mundo ya no es tan emocionante ahora que el Cangrejo intuye sus trampas ocultas. Los hombres y mujeres Cáncer “púberes” saben que la maduración les producirá infaliblemente aflicciones inesperadas, y por ellos se aferran a aquello en lo que saben que no pueden confiar: el ayer.
Como las nuevas sensaciones son muy agudas, Cáncer ve una combinación de tragedia y comedia en la Vida a medida que ésta se expande en su conciencia a lo largo de su primera incursión por el sensible elemento Agua. Igualmente, a pesar de su timidez innata, el alma de Cáncer no se dejará relegar a segundo plano, porque ésta es la segunda experiencia como líder cardinal, que puede trocar el miedo ilógico en cautela sensata. Los Cangrejos desean tanto la Luna llena como la nueva, sólo tienen una conciencia parcial de lo que anhelan… y son renuentes a averiguarlo. ¿Qué reserva el mañana? El sentimiento empuja el alma Cáncer púber a las lágrimas. Impulsados por la necesidad de ocultar sus verdaderas emociones, los Cangrejos dicen “YO SIENTO”, y después, para que nadie sospeche que sienten tan vehementemente, bromean, creyendo engañar a los demás. Si al hombre o mujer Cáncer no se lo trata con ternura en esta etapa crucial de la evolución del alma, desarrolla un caparazón permanente, duro y protector para defenderse del mundo cruel.
Las cualidades positivas de cáncer son la imaginación, la tenacidad, la ternura, la sensibilidad, la solicitud y la cautela. Expresadas en su forma negativa se transforman en mezquindad, irritabilidad, melancolía, avaricia y cobardía, comportamiento posesivo y ánimo taciturno.
Para el Cáncer, así como para el verdadero púber inseguro y sentimental, el amor ha vuelto a asumir importancia, por encima de todo. Pero ahora es sinónimo del hogar, que representa la seguridad emocional… y la necesidad de amor es tan grande que debe encubrirse tras las lágrimas afligidas y la risa lunar.
El misterio de amor de Leo
El alma púber de Cáncer se transforma con brillo súbito en un adolescente simbólico, que la vibración de Leo transporta a la primera expresión de confianza en sí mismo y de orgullo por su individualidad. Ahora el alma sabe (o cree saber) quién es, a medida que Leo siente la atracción de las fuerzas diurnas masculinas y positivas, y del Fuego, con más intensidad aún que en el nivel de Aries. El mundo pertenece al León –o a la Leona- y por tanto el o la “adolescente” Leo contempla su imagen en el espejo, admira lo que ve y formula el noble juramento: “YO HARÉ”. El verano ha hecho eclosión en un florecimiento de furiosa belleza, con tardes perezosas y sol radiante, a medida que Leo se desplaza hacia la conciencia de SÍ desde el significado bipolar de la afectación de Cáncer.
El idealismo de la juventud excita el corazón del León e inflama su sangre con el naciente conocimiento de la sexualidad. Éstas son dos ansias poderosas que despiertan dudas íntimas y personales acerca del propio valor, dudas que a su vez se ocultan tras una fachada de vanidad. El alma de Leo sabe qué hacer con esta segunda experiencia en su condición de organizador fijo, y la utiliza con aparente confianza para aleccionar a los demás, para asumir el control de su propia vida y para gobernar a aquellos que necesitan la protección de Leo. Sin embargo, el hombre o mujer Leo, como el adolescente de carne y hueso, sigue buscando que lo tranquilicen con halagos, sigue encogiéndose de miedo cuando lo ridiculizan, porque aún no es un hombre cabal –una mujer cabal- a pesar de su aplomo exterior.
El alma ya ha pasado por las dolorosas experiencias de la primera y la segunda infancia, la niñez y la pubertad, así que Leo asume el mando con compasiva consideración para ayudar a los más vulnerables. En su configuración de Leo, el alma no desea realmente oprimir a los indefensos. Las lágrimas derramadas en los niveles de Aries, Tauro, Géminis y Cáncer han grabado en la memoria de Leo la generosidad de espíritu. Sin embargo, aunque los Leo han aprendido a tolerar y perdonar a los enemigos, aún no han aprendido a respetar la sabiduría de los mayores. El Leo, como el verdadero adolescente, cree saberlo todo, y no soporta a quienes ponen en tela de juicio su nuevo conocimiento mundano. El alma de Leo venera al Sol, porque el Sol es el que gobierna a Leo, es la fuente de toda la vida… y de su fuerza de León. Leo admira y es admirado, ama y es amado. Cuando comienza la vida social, brotan los pimpollos del romance… que finalmente florecen. El primer amor es cálido y refulgente, y le produce al “adolescente” Leo una mezcla de euforia y desencanto. El poderío vertiginoso de su virilidad (o feminidad) le produce a Leo una sensación de dignidad e importancia personales… a través del sexo opuesto. Los Leones y Leonas ya no deben vivir reprimidos por la sofocante autoridad de la orientación parental. Han atravesado el puente que une la infancia con la edad adulta. Intuyen las responsabilidades de la madurez, pero éstas aún no se han convertido en una carga. La vida es toda fulgor solar, el pasado tenebroso ha quedado atrás, el milagro del futuro continúa pendiente… y el presente es un momento ideal para la diversión y la distensión. Leo resuelve arrogantemente que el mundo necesita de su recién descubierta sabiduría, y está más que dispuesto a suministrarla. Sólo mediante el ejercicio de una autoridad indiscutida sobre los niños menores (las almas más débiles y aún no liberadas) el hombre o la mujer Leo puede conservar durante esta experiencia la imagen necesaria de superioridad y amor propio.
Las cualidades positivas de Leo son el calor humano, la generosidad, la nobleza, la fuerza, la lealtad, el liderazgo y una mansa y sosegante ternura: el carisma protector del hermano o la hermana mayor. Expresadas en su forma negativa se convierten en arrogancia, el falso orgullo, la vanidad, el despotismo, la soberbia… y la promiscuidad romántica.
Para el Leo que se encuentra en la etapa simbólica de desarrollo adolescente, el amor es el romance radiante, el cantar de los cantares, la materialización de todos los ideales y de la belleza. Leo está “enamorado del amor” y de sí mismo… o de sí misma. Los Leones y Leonas dispensan afecto generosamente sólo porque experimentan un gran placer al ser tan soberanamente magnánimos, y exigen gratitud y respeto de los amados y se indignan si el amor los obliga a comportarse a su vez con humildad… pues todavía no comprenden su profundidad, ni la belleza implícita en el sacrificio del “yo”.
El misterio de amor de Virgo
El alma juvenil de Leo no tarda en intuir que el verano llega a su fin… y por primera vez toma conciencia, compungido, de la proximidad de la cosecha, todo ello cuando se expresa en su alma ese veranillo de San Martín que es Virgo, las fuerzas nocturnas, negativas y femeninas, vuelven una vez más, y le recuerdan a él o la Virgen (cuya personalidad más profunda ha sobrevivido intacta a los efímeros romances de la juventud) que la madurez trae consigo el deber austero y la responsabilidad. “YO ANALIZO”, dice Virgo a la defensiva, mientras se esmera por alcanzar la perfección.
Ahora el alma en desarrollo se ha convertido, por primera vez, en un adulto, que se siente frustrado porque lo obligan a ceñirse a las reglas y restricciones de la sociedad, pero que se somete mansamente, con innata cortesía. Estos hombres y mujeres han descubierto que para recibir lo que necesitan deben servir de alguna manera a los demás. La vibración de Virgo enseña que el individuo debe trabajar y ganar dinero, debe ser útil, para poder distraerse libremente. En esta segunda experiencia con el elemento Tierra, que también lo es con un comunicador mutable, los relojes y horarios asumen una gran importancia. El primer empleo es decepcionante. Las exigencias del trabajo o el estudio obligan a archivar las ideas y los ideales. Ahora no hay tiempo para soñar. El Virgo consagra todos sus esfuerzos a descollar en los estudios, a salir a flote en la feroz competencia del mundo empresario. El aprendizaje y la competencia son imperativos; la supervivencia se ha convertido casi en una obsesión.
Las almas de Virgo, como los jóvenes adultos de carne y hueso que ellas simbolizan, ven muchas cosas criticables en torno, odian secretamente la pérdida de la inocencia infantil y no tienen ideas claras acerca de lo que les aguarda. ¿Acaso sólo es más trabajo, más estudio y más responsabilidad? De ser así, la vida es en verdad algo serio, que habrá que enfrentar lo antes posible con el espíritu realista. Se hace tarde. En este nivel de Virgo, los efectos e imperfecciones humanos asumen una importancia exagerada. Porque, si Virgo no recoge una cosecha fructífera, ni ellos ni los demás podrán seguir viviendo. Estamos a finales del verano, a comienzos del otoño, y el frío invierno acecha a la vuelta de la esquina. ¿Por qué toda esa otra gente sigue riendo y jugando allí fuera? Virgo se inquieta y se preocupa, y se pregunta cómo podrá advertir a los irresponsables que la estación del placer se acerca a su fin. El corazón sigue siendo puro y está poblado de silenciosa esperanza, pero ahora la mente empuña las riendas.
Los anteriores entusiasmos de Leo han sido sustituidos por la resignación y los ensueños silenciosos. El miedo a la dependencia genera en Virgo la obstinada determinación de no perder el tiempo ni eludir deberes, con la conciencia siempre alerta y a la expectativa, con anhelos de progresar. Aunque regida nuevamente por Mercurio, el alma ya ha aprendido a no desperdigar las fuerzas vitales como lo hacía en el nivel de Géminis. Como la Virgen simbólica, Virgo se balancea sobre el filo de la conciencia, y pronto contestará a la estentórea llamada del auténtico regente de Virgo, Vulcano, que aún no ha sido “descubierto” por los astrónomos, pero que está suficientemente próximo al descubrimiento como para haber comenzado ya a irradiar débilmente su influencia pulsátil sobre todas las almas de Virgo-Virgen.
Las cualidades positivas de Virgo son la lucidez, el discernimiento, la cortesía, el comportamiento servicial, el espíritu práctico y la honestidad consigo mismo. Expresadas en su forma negativa se convierten en maledicencia, testarudez, timidez, pesimismo, complejo de inferioridad y bizantinismo.
El alma Virgen ha llegado a su aspecto narcisista: recuerda a medias los fuegos candentes de la juventud, pero como aún no ha despertado sólo intuye vagamente la pasión que le aguarda, y que pronto le será revelada por Vulcano. Para los Virgo, el amor implica la entrega de la personalidad, un misterio que prefiero no resolver. Por tanto encauzan su energía hacia la preeminencia en el trabajo… y aunque estos seres brindan una mansa devoción, el auténtico significado del amor sigue latente en el corazón del Virgen.
El misterio de amor de Libra
El alma en vías de desarrollo se aparta del sendero solitario de la autodisciplina de Virgo y se proyecta nuevamente hacia las fuerzas diurnas positivas, cuando la vibración de Libra la invita seductoramente a aceptar, por tercera vez, el desafío del liderazgo cardinal. En la conciencia de Libra, el alma ya ha madurado totalmente, y conoce el sol y la sombra. Mientras luchaba por alcanzar la madurez –lucha ésta que culminó en Virgo- aprendió que en el mundo (y en los seres humanos) existen la noche y el día, el bien y el mal, la oscuridad y la luz. Más allá de esto, a Libra lo consume la bipolaridad enigmática del macho y la hembra.
La experiencia les ha enseñado a los hombres y mujeres Libra a juzgar equitativamente a sus semejantes. Hasta el nivel de Libra, el alma se preocupaba primordialmente por sí misma. Ahora su interés se expande para abarcar, por primera vez, la conciencia de que necesita relacionarse con otros seres humanos. Ahora el alma está pertrechada con las lecciones de cinco niveles anteriores, y se halla en condiciones de guiar con espíritu lógico y con fuerza. Libra se comporta con una amalgama de sabiduría compuesta por los conocimientos que adquirió al realizar una incursión por el AGUA y al experimentar dos veces el FUEGO, la TIERRA y el AIRE: “YO SOPESO”, dice Libra, que se enorgullece de ver ambas versiones. Como la conciencia de Libra no soporta la injusticia, sus decisiones son difíciles y arduas. Nace un sentimiento de justicia social, y frente al prejuicio o la intolerancia, Libra entabla a menudo interminables discusiones, en las que emplea la fría lógica que aprendió en Géminis y aguzó en Virgo. Pero esta actitud es mitigada por una flamante conciencia del valor de la persuasión. Libra ha adquirido la cualidad de la simpatía, que según ha descubierto es un recurso seguro para triunfar, de modo que emplea sagazmente una voz melosa y una sonrisa deslumbrante para halagar a los demás y salirse con la suya.
Libra tiene cada vez más conciencia de la belleza de la armonía… en la música, en el arte y en el romance. Como los Libra recuerdan inconscientemente su soledad de Virgo, experimentan el despertar de un profundo y primigenio anhelo de encontrar pareja. El alma de libra, sentimental pero práctica, comprende instintivamente que necesita llevar a alguien a su lado, en el amor y los negocios, para equilibrar la vida y satisfacer el deseo de armonía del regente de Libra, que es Venus. Sin embargo, en el elemento Aire de Libra no es fácil encontrar pareja para el amor. Cuando se pesan y equilibran los vicios y virtudes de los posibles consortes en los platillos de la Balanza de Libra, a menudo se descubren carencias que generan la angustia de la indecisión emocional. Pero mientras tanto el hombre o la mujer continúa la búsqueda incansable de un ser con el cual compartir las alegrías y las penas. Algún día se disipará la estación tan amada del otoño, la primavera recordada con tanto cariño ha quedado muy atrás, y hay algo que Libra sabe: no deberá estar solo o sola, cuando llegue el invierno. Y así los Libra reaccionan ante la belleza del crepúsculo, tristemente, con la sensación simultánea de que, no obstante su magnificencia escarlata y dorada, anuncia la proximidad de otra noche del alma.
Las cualidades positivas de Libra son la justicia, la inteligencia, la simpatía, la dulzura y el equilibrio emocional. Expresadas en su forma negativa se convierten en pereza, morosidad, indecisión, espíritu polémico, hedonismo y comportamiento temperamental.
Para Libra, el amor es una unión de las mentes y los corazones, ni demasiado apasionada ni demasiado desapegada: un feliz término medio que se debe compartir equitativamente. Pero estas almas se hallan tan cautivadas por la belleza superficial del amor que no pueden sondear cabalmente sus implicaciones más profundas. Sólo comprenden que aman. Aún no se les ha ocurrido preguntarse por qué.
El misterio de amor de Escorpión
Al entrar en su segunda experiencia en el elemento Agua, el alma ahora madura recibe con beneplácito la oportunidad de meditar mediante un retorno de las fuerzas nocturnas negativas y femeninas de la conciencia de Escorpión. A nivel público, Escorpión es inmensamente capaz de cumplir con sus deberes ahora harto conocidos, en su condición de organizador fijo. A nivel personal, a Escorpión le inquiera descubrir que enfrenta por primera vez el portentoso misterio de su propia existencia. ¿De dónde ha venido? ¿A dónde va? ¿Por qué está aquí? Escorpión debe desgarrar el velo de la vida, a cualquier precio, para apaciguar su espíritu desasosegado, súbitamente emancipado de su anterior preocupación exclusiva por las necesidades terrenales, en tanto clama: “¡YO DESEO!”.
El alma de Escorpión sabe mucho… pero es más aún lo que intuye y todavía no puede definir. La vibración de Escorpión genera una necesidad tan apremiante de explorar lo desconocido que hay que sepultarla bajo profundas capas de manso raciocinio, pues de lo contrario consumiría la mente y devoraría el alma. Las lecciones muy presentes de la placidez y el juicio imparcial de Libra han determinado que Escorpión se cuide mucho de expresar opiniones a quienes podrían descalabrarlas. El fuerte instinto de supervivencia de Escorpión procede de un arraigado temor a que lo destruyan si no pertrecha de antemano. Cada derrota que sufre Escorpión no hace más que reforzar la íntima convicción de que ante todo debe ser leal a su propia integridad personal. Porque Escorpión intuye que si pierde su personalidad, lo pierde todo.
En el nivel de conciencia de Escorpión, el alma descubre por primera vez la relación que existe entre el nacimiento, la muerte, el sexo y la verdad religiosa. Escorpión sabe que, de alguna manera mística, todos estos elementos se hallan entrelazados. Por tanto, el sexo se convierte en algo íntimamente explorado con una pasión que no conocen quienes se encuentran detrás o delante de la etapa de desarrollo de Escorpión. Aunque Escorpión sólo confía en el amor después de que éste ha demostrado ser digno de semejante confianza, cuando se consagra a otra persona su lealtad es inamovible y eterna. Escorpión siente la necesidad vehemente de protegerse a sí mismo y de proteger a quienes ama de todo daño, y por ellos se siente obligado a reclamar “ojo por ojo y diente por diente” como garantía de que no volverán a maltratarlos.
Mediante la sutil influencia del planeta regente Plutón, el alma de Escorpión asimila la experiencia de la muerte a medida que desaparecen amigos y parientes, y esto acrecienta la necesidad de buscar aún más a fondo el conocimiento sepultado en el inconsciente silencioso. En tanto que el espíritu de Escorpión se remonta por las alturas como el águila, desafiando la gravedad, los deseos y las pasiones mundanas se intensifican y lo obligan a poner en tela de juicio su propia dignidad. Ultrasensible, pero capaz de disfrazar totalmente esta sensibilidad, Escorpión descubre ahora el poder asombroso de su propia mente, la voluntad silenciosa, y la emplea secretamente, para que los demás no aprendan a ejercitar el mismo poder sobre él… o ella. La conciencia de Escorpión es el período de prueba del alma.
Las cualidades positivas de Escorpión son la lealtad, la fuerza de voluntad, el magnetismo, la amabilidad, la clarividencia y un autocontrol prodigioso. Expresadas en su forma negativa se convierten en crueldad, fanatismo, venganza, sadismo, recelo y autoaborrecimiento.
Para los hombres y mujeres Escorpión el amor es una llama devoradora, digna de cualquier sacrificio… y deben triunfar sobre su desafío. Sexualmente desinhibidos, pero con temores emocionales y recelos mentales, se esfuerzan desesperadamente por fusionar las vibraciones físicas y espirituales del amor, con una extraña mezcla de erotismo y pureza. Sin embargo, la satisfacción del deseo no hace más que dejar el alma de Escorpión con la apetencia de algo más trascendente.
El misterio de amor de Sagitario
El alma en vías de desarrollo sale de la larga noche de la meditación de Escorpión y se vuelve nuevamente esperanzada hacia las fuerzas diurnas positivas y masculinas, en tanto uno el otoño con el invierno mediante la conciencia de Sagitario. Ahora experimenta por tercera vez las vibraciones del comunicador mutable, y responde por última vez al elemento impulsivo del Fuego. En Sagitario, el hombre o la mujer se ha convertido en un filósofo escéptico, en un profeta renuente, que aún no conoce con certeza las respuestas definitivas al enigma de la vida. De modo que el Arquero indaga más a fondo, con lógica penetrante y candor embarazoso, para convalidar el aserto de Júpiter: “YO VEO”.
Ya es hora de que el alma tome conciencia una vez más de su propia dualidad. Sagitario experimenta el deseo compulsivo de explorar su propia mente y de tratar de desentrañar los secretos del comportamiento humano en la etapa filosófica del estudio avanzado. Sin embargo, una parte de esta alma aborrece los implacables requisitos de una educación cada vez más compleja y anhela hacer novillos y evadirse de la exigente escuela kármica de la vida. Él –o ella- se zambulle desde las alturas del supremo optimismo y de la fe ciega hasta los abismos del cinismo sarcástico. Primeramente frívolo y alegre, después serio y solemne, Sagitario es el Centauro, mitad hombre y mitad caballo, que enfila las aguzadas flechas de la curiosidad directamente hacia la diana del conocimiento buscado. La búsqueda sagitaria de la verdad transporta a esta alma por el laberinto del concepto religioso, virando del ateísmo descarnado al fanatismo espiritual, hasta desnudar el baluarte del dogma eclesiástico… que acepta o rechaza, parcial o totalmente.
A veces Sagitario retoza como un payaso torpe, con una despreocupación irresponsable por el futuro. A veces medita seriamente, muy por encima de sus pares, y más allá de éstos. En la etapa sagitaria, el alma ha llegado al trance simbólico del retiro. Movidos por su planeta regente, Júpiter, los Arqueros ansían viajar, calentarse bajo soles extraños, ver y aprender de otros países, pueblos e ideas. Aunque se someten a regañadientes a las obligaciones del trabajo, el deber y la responsabilidad, esta restricción fastidiosa a la materialización de sus sueños los pone muy impacientes.
Para encubrir su constante inquietud espiritual, los Sagitarios adoptan una pose histriónica, teatral, que les permite distraer a los demás con una mezcla de farsas divertidas y trágicas, mientras permanecen en condiciones de seguir aplicando su método de indagación socrática respecto de sus propias almas, detrás de sus máscaras. En este nivel queda poco tiempo para proceder con tacto, mientras Sagitario arremete para descubrir las verdades antes de que termine la “Vida”. El otoño toca a su fin, soplan los primeros vientos invernales… y el clima estimulante invita al Arquero a tentar al destino, para demostrar que el hombre es más fuerte que la Naturaleza. Aún no se ha impuesto la nieve, mientras se interroga sobre su intención y su origen… y después los comprime en una bola que arroja sin aviso previo para derribar la solemnidad de las almas más circunspectas. Aunque intuye que le aguarda la “vejez”, con sus prometidas recompensas de sabiduría y paz, el alma recuerda con demasiada nostalgia los tiempos despreocupados de la juventud perdida… la primavera y el verano… y no puede resignarse de buen grado a su madurez inevitable.
Las cualidades positivas de Sagitario son el optimismo, el candor, la alegría, la lógica, la honestidad, la audacia y el entusiasmo. Expresadas en su forma negativa se transforman en la temeridad, la confusión emocional, la negligencia, la falta de tacto, la grosería y la inconstancia.
Sagitario, que ha llegado a la edad intermedia simbólica del alma, debe descubrir el amor ahora… o lo perderá para siempre. Cuando los Arqueros buscan una pareja para todos los tiempos, se dejan cegar por el idealismo y el desafío del amor, y por tanto los hiere la realidad de éste, pues su indagación ansiosa aún no los ha llevado a buscar el amor donde en verdad se encuentra: dentro de sus propios corazones.
El misterio de amor de Capricornio
Ahora las ráfagas heladas del invierno se hacen más insistentes, y obligan al alma harta de experiencias a replegarse simbólicamente en el refugio del círculo familiar, y a someterse de nuevo a las fuerzas nocturnas meditativas, negativas y femeninas. En el nivel de conciencia de Capricornio, el alma siente por cuarta y última vez las poderosas vibraciones del liderazgo cardinal. Pero esta vez dicho liderazgo la conduce a través del elemento Tierra estable, desde una posición de fuerza en el interior del hogar, junto al fuego de la chimenea. ¿Por qué la Cabra habría de exponerse a las gélidas temperaturas exteriores, sólo para hacerse ver y oír… aplaudir y alabar?
Las almas de Capricornio, que ahora están seguras de su capacidad y su derecho para sumir el mando, ya no sienten la necesidad de exhibir u ostentar agresivamente su poderío… para conquistar la adulación pública o la seguridad interior. En esta etapa, el alma ha aprendido que la auténtica paz emana de adentro. El título de líder implica una responsabilidad que hay que manejar con la mayor cautela posible, sin que la ejecución de lo que es obviamente el propio deber merezca un reconocimiento especial. Ahora los parientes (y sobre todo los padres) del Capricornio asumen una marcada importancia, para bien o para mal, porque ha llegado a la “vejez” simbólica del alma… y junto con ella la conciencia de las prioridades de la vida, entre las cuales sobresale la seguridad de pertenecer al grupo. Las emociones del romance y las libertades de la juventud ya no son ni remotamente tan tentadoras para la Cabra como la comodidad y la satisfacción que uno encuentra junto con aquellos en cuyos cuidados puede confiar.
Capricornio está preparado para comunicar la sabiduría de Saturno, trabajosamente acumulada, y también está bien predispuesto para ello, pero sólo cuando se lo pidan. Como las Cabras saben que es un desatino obligar a la gente a madurar prematuramente, sonríen con la benévola indulgencia de un abuelo cariñoso (cualquiera que sea su edad cronológica) antes las travesuras de quienes aún son jóvenes de corazón. Secretamente, el alma de Capricornio anhela renunciar al deber, pero ya está resignada a la certidumbre de que el idealismo puro no es práctico… y de que el entusiasmo espontáneo nunca puede sustituir a la experiencia. Muy consciente de los peligros de la acción impulsiva, el alma se ha hecho más conservadora… y la negativa de la Cabra a diseminar sus esfuerzos o a incurrir en sentimentalismos determina que quienes nacieron en los elementos de Fuego y Aire la acusen de frialdad emocional. Los Capricornio respetan la autoridad porque interpretan que la ley es necesaria para proteger los derechos y la seguridad humanos. Veneran tímidamente a los famosos y los triunfadores porque el regente de Capricornio, Saturno, les enseña a reverenciar el éxito, cuyo precio conocen muy bien.
Aunque las almas más liberales puedan pensar que Capricornio es austero e inflexible, la vida también les ha enseñado a las Cabras su lado humorístico, y sus bromas sutiles están teñidas por la ironía de la existencia. Como los nuevos deberes saturnales que les impone su condición de consejeros de los necios descansan pesadamente sobre sus hombros, a veces intentan beber la última dosis de los raros placeres de la Vida, que aceptan serenamente, sin falsa vergüenza ni inhibiciones superfluas. Sólo después, cuando vuelve a imperar la influencia atemperante de la madurez, el Capricornio experimenta una vaga sensación de remordimiento y melancolía por haber sucumbido a la tentación de pasiones prohibidas. En la vibración de esta alma existe la compulsión de reconocer la necesidad de ser prácticos, como lo confiesa Capricornio: “YO UTILIZO”. Pero la benevolencia espiritual atenía la severidad de la adustez superficial que impone Saturno, porque la conciencia del Capricornio trae consigo la comprensión de los errores humanos, nacida de la sabiduría que asimiló durante diez etapas de los misterios de la vida… y del amor.
Las cualidades positivas de Capricornio son la tenacidad, la estabilidad, la prudencia, la fiabilidad, la seguridad y la tranquilidad. Expresadas en su forma negativa se convierten en egoísmo, intolerancia, ambición despiadada, rigidez, esnobismo, depresión y soledad.
Para Capricornio, el amor es un intercambio apacible y noble de satisfacciones personales. Las Cabras han aprendido cabalmente la valiosa lección de que el amor no se mide por el exceso de las emociones. Pero como lo equiparan sólo con las exigencias de la necesidad y el deseo mutuos, aún no han experimentado la liberación de sus anhelos interiores.
El misterio de amor de Acuario
Al llegar a la iniciación de Acuario, el alma en vías de desarrollo siente que debe devolver a la vida mucho de lo que cosechó en el camino. Y así comienza una “segunda infancia” a nivel del Aguador, que vierte su conocimiento, resuelto a compartirlo, y ansioso por compartirlo, antes de abandonar este planeta para explorar el excitante mundo de lo desconocido en el más allá.
Acuario siente por última vez como organizador fijo las conmociones de las fuerzas diurnas masculinas y positivas, en la experiencia final del desapegado e imprevisible elemento Aire. El hombre o la mujer Acuario, que es un enigma para sus amigos y parientes, retoza de manera peculiar, en la experiencia entran en contraste directo con esta conducta liberal y excéntrica. En el pasado dejó relegados muchos misterios porque no tuvo tiempo para investigarlos. Ahora los Acuario deben saborearlos a todos, deben examinar todos los matices por arriba y abajo, a izquierda y derecha, de buena o mala gana. Les encanta dejar pasmados a quienes los rodean, y súbitamente toman conciencia de una inexplicable capacidad para atisbar en el futuro. Asombrosamente intuitiva y erizada de imprevistas vislumbres de imágenes telepáticas, el alma de Acuario examina a las personas y las ideas sin sentimentalismo, y descubre la verdad sin una lógica visible ni un esfuerzo identificable.
En este nivel, el alma tiende a menospreciar la ley y la autoridad porque el espíritu vive realmente en el mundo futuro. El Acuario sabe que tarde o temprano habrá que modificar y adaptar las normas rígidas de la sociedad actual. Por tanto él (o ella) no ve ninguna razón sensata para respetar lo que seguramente se transformará mañana en algo nuevo y diferente. Si es necesario sublevarse violentamente para implantar la tolerancia, la fraternidad y la comprensión, el Acuario piensa que el resultado será digno de semejante conflicto. Sin embargo, si bien los Aguadores postulan cambios para el mundo (y para sus amigos y familiares), ellos siguen fijos en sus opiniones personales, códigos privados y formas de vida, lo cual refleja la naturaleza contradictoria de su planeta regente, Urano.
Ahora el alma ha adquirido un auténtico enfoque humanitario. Para el desprejuiciado Acuario todo ser humano es un amigo, cualesquiera que sean los valores personales de dichos individuos, porque el Aguador ha aprendido que él –o ella- está integrado dentro de la totalidad del género humano… y la Naturaleza. Sin embargo puede descuidar las relaciones personales, porque estos hombres y mujeres corren en pos de un idealismo que está relacionado con el bienestar de la sociedad en general. Al igual que la era de Acuario, de la que ella es un reflejo, el alma imagina en esta etapa un futuro radiante y glorioso que sólo se podrá alcanzar si se demuelen las viejas costumbres y las ideas anacrónicas para abrir paso a la conciencia espiritual, mediante la embestida de la masa acelerada del Karma. Cuando la conducta de Urano ofende a los más conservadores, el Acuario individualista desecha su desaprobación con una carcajada. Los Acuario se sienten seguros merced a su conciencia intuitiva del futuro, responden “YO SÉ” a todas las preguntas, y después de niegan maliciosamente a explicar cómo lo saben… excepto los niños, que entienden merced a su propia inocencia al estado inocente de sencillez al que el alma retorna en la vibración uraniana de la “segunda infancia”.
Las cualidades positivas de Acuario son la visión, la individualidad, la tolerancia, la cordialidad, el espíritu inventivo, la originalidad y el genio. Expresadas en su forma negativa se convierten en excentricidad, neurosis, desapego, distracción y negativa a cooperar.
Para Acuario, el amor es una emoción autónoma y desprovista de egoísmo, que hay que explorar y disfrutar. El Aguador entiende la envergadura del amor e investiga todas sus dimensiones, pero lo derrocha negligentemente confundiéndolo con la amistad. La satisfacción física deja el Acuario emocionalmente vacío y aún anhelante, pues no comprende el misterio de la unidad con la pareja, la verdad última del amor. Ésta espera silenciosamente, en las sombras, que la descubran. Es el secreto custodiado por Neptuno, más allá de la comprensión de Urano.
El misterio de amor de Piscis
Así como el alma “nace” simbólicamente en la inocente irreflexión de Aries, así también “muere” simbólicamente –o deja el doloroso plano terrenal- para ingresar en la compasiva humildad y la sensibilidad mística de Piscis. En la etapa del signo solar Piscis, el hombre y la mujer en vías de desarrollo empiezan a comprender vagamente el secreto del tiempo como un eterno AHORA, capaz de ver (en distinta medida) el pasado, el presente y el futuro como una sola cosa. Esta es la tercera y última incursión del alma en el elemento Agua sensible –su cuarta y última vibración como comunicador mutable- y la última experiencia bajo las fuerzas nocturnas negativas y femeninas.
En términos ideales, cuando el alma ha llegado a la etapa de Piscis, ha alcanzado el esclarecimiento espiritual en el largo viaje a través de los misterios del amor que ha experimentado en los once signos solares precedentes. Si no ha sido así, debe volver a las experiencias vibratorias de determinado signo solar del círculo astrológico, para aprender las lecciones que no asimiló en razón de haberlas pasado por encima con demasiada prisa en las anteriores etapas de encarnación. Pero cada uno de estos retornos comunica una nueva vulnerabilidad a la lección de ese signo solar…